Rendición del Callao


San Martín dirigió sus esfuerzos a apoderarse de las importantes fortificaciones del Callao.

Mientras tanto, los españoles reorganizaban sus fuerzas en la sierra. La Serna pudo desprender un cuerpo de 4000 hombres, bajo el mando del valiente general D. José Canterac, con encargo de socorrer a los defensores del Callao y de atacar al ejército de San Martín.

El 9 de Septiembre estuvo a la vista del ejército patriota. En vez de empeñar el ataque, el jefe realista pasó derecho al Callao y se mantuvo allí hasta el 17 de Septiembre. Canterac volvió a pasar hacia la sierra, dejando tras sí a los Defensores del Callao. Mientras los españoles se retiraban, molestados por las guerrillas patriotas, San Martín entabla negociaciones con los defensores del Callao. El gobernador de la Plaza, D. José La Mar, peruano la entregó a los patriotas e ingresó al ejército independiente (21 de Septiembre).

Canterac, que permanecía en el valle de Jajua con cerca de 3000 hombres, haciendo una marcha de más de 50 leguas, sorprendió las fuerzas patriotas al mando de Tristán y después de corto combate, las puso en la más completa dispersión (7 de Marzo de 1822).

Este desastre, el primero que habían sufrido los patriotas, tuvo una gran influencia en el curso de la guerra.

Se acusó a San Martín de irresolución, por no haber atacado más resueltamente a los realistas, y los generales independientes, Tristán y Gamarra fueron sometidos a un consejo de guerra donde quedó evidenciado que el desastre era el resultado de la ineptitud, y que el responsable era el Protector del Perú, que tan mal concertó los planes, y fió a manos tan incompetentes como flojas, la armas y bandera de la revolución.

El genio de San Martín había sufrido un momentáneo eclipse, que había de dar por resultado, como más adelante veremos, su retiro voluntario de la escena americana, para dejar a otro soldado más afortunado y ambicioso, la gloria de terminar definitivamente la guerra de la emancipación americana, con tan brillantes hechos iniciada.

El libertador Simón Bolívar, acababa de triunfar en Pichincha de las armas españolas, y a él se volvieron los ojos de los patriotas del Perú.

Se acercaba el momento histórico de la América Meridional.

San Martín se preparaba a conferenciar con Bolívar, y ambos libertadores, el del Norte y el del Sur, iban a decidir de la suerte de América.

Estas vacilaciones aceleraron su ruina. Se consideró una traición a la patria, el pensamiento de negociar con los españoles, y Riva Agüero quedó destituido de la presidencia y puesto fuera de la ley como culpable de alta traición (19 de Agosto).

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