sábado, 8 de septiembre de 2012

Deposicion de Pezuela; El nuevo virrey entabla negociaciones.



El virrey había reunido en Asnapuquio, al Norte de Lima, un ejército de 8000 hombres. Su vanguardia se hallaba a la vista del campamento de San Martín. En Lima reinaba la mayor excitación, y de un momento a otro se esperaba una gran batalla. Sin embargo, Pezuela no acertaba a tomar una medida eficaz.

La turbación y el desconcierto comenzaron a inclinar a muchos realistas a favor de un arreglo pacífico. Los comerciantes y los personajes más distinguidos de la ciudad, elevaron al virrey una representación en que le manifestaban cuánto convenía arribar a un avenimiento que evitase los desastres de la guerra (Diciembre de 1820). Se dijo entonces que esa solicitud era sugerida por el mismo Pezuela.

Las últimas desgracias de las armas españolas, así como la indecisión que mostraba Pezuela, acabaron por determinar a los jefes realistas a tomar una medida definitiva.

En el campamento de Asnapuquio firmaron, el 29 de Enero de 1821, una solicitud en la cual pedían al virrey que entregara el mando supremo al teniente general D. José de la Serna, jefe superior en el mando del ejército, y designado por su graduación para tomar el gobierno civil a falta del virrey.

Pezuela el mismo día entregó el mando al jefe designado, aparentando que procedía por su propia voluntad.

La Serna, sin embargo, no pudo hacer una guerra más eficaz. San Martín envió diversos destacamentos a molestar a los españoles. Una división compuesta de una parte de la escuadra al mando del lord Cochrane y de 600 soldados a las órdenes del general Míller, volvió a ocupar la ciudad de Pisco, que había sido abandonada por los patriotas. Poco después Míller tomó a Arica, mientras Arenales, cruzando la sierra, pasaba por Pasco, Tarma, Jauja y Huancavélica, derrotando a los realistas.

En esas circunstancias, llegó al Perú D. Manuel Abreu, comisionado por el gobierno español para celebrar un tratado de Paz con los jefes insurgentes. San Martín se ganó la voluntad de esta agente sin dejarle entrever, sin embargo, sus deseos ni sus propósitos.

La Serna, por su parte, aprovechó la presencia de Abreu para renovar las negociaciones pacíficas con el general patriota. Las negociaciones se abrieron en Punchauca, al Norte de Lima, el 3 de Mayo de 1821.

San Martín y el virrey tuvieron allí una entrevista. En ella, San Martín ofreció la Paz al virrey bajo las condiciones siguientes: reconocimiento de la independencia del Perú; formación de una regencia compuesta de tres miembros, nombrados uno por La Serna, otro por San Martín y otro por la elección popular; y por último, el envío a España de dos comisionados para pedir un príncipe que viniera a ocupar el trono del Perú.

San Martín hizo esas proposiciones con el propósito de cumplirlas lealmente. La Serna las aprobó también pero se abstuvo de dar a San Martín una contestación definitiva, antes de consultar a los jefes superiores de su ejército.

La opinión de éstos fue desfavorable a aquel arreglo. Conformándose a este parecer, el virrey ofreció solo una tregua de un año, durante la cual los dos jefes, San Martín y la Serna, debían pasar a España para informar al rey de lo que ocurría en el Perú, y celebrar un convenio definitivo. El jefe independiente rechazó en el momento tal proposición, y la guerra se renovó.

No hay comentarios:

Publicar un comentario