En medio de estas desavenencias, la
guerra se sostenía en el Sur del Perú. Santa Cruz había desembarcado con sus
tropas en Iquique (15 de Junio) y penetrado en el Alto Perú casi sin encontrar
resistencia. En la ciudad de La Paz proclamó la independencia (7 de Agosto).
El triunfo de los patriotas en
aquellas regiones parecía asegurado. El general Sucre había ocupado la
importante ciudad de Arequipa. El general realista, Don Jerónimo Valdés, salió
de Lima con 4000 hombres y consiguió reunirse con La Serna.
Sucre se vio
obligado a retirarse para reembarcar sus tropas, y el resto de los patriotas se
replegó a Lima.
En esas
circunstancias se presentó allí Bolívar (1 de Septiembre de 1823), para ponerse
al mando de las tropas peruanas. El congreso le confió un poder dictatorial.
Desde
entonces, fue el verdadero soberano de toda aquella parte del Perú que permanecía
en poder de los independientes. El Congreso había promulgado una constitución
democrática y liberal, pero no fue puesta en práctica.
Bolívar sentó
su campamento al Norte de Lima, en donde el ejército independiente seguía
engrosándose. Convencido de que aún no podía abrir la campaña, indujo a Torre-
Tagle a entablar negociaciones pacíficas con los generales españoles, para
ganar tiempo. Los realistas se negaron a oír tales proposiciones, y avanzaron
sobre la capital. El libertador había dispuesto que se sacasen de ella todas
las armas, y arrastrando todo se retiró hasta Trujillo. Una división de 3000
realistas, mandada por el coronel D. Ramón Rodil, ocupó el Callao, y otra a
cargo del general D. Juan Antonio Monet, se posesionó de Lima (29 de febrero).
La revolución
liberal de España en 1820, había encontrado partidarios entre los jefes
realistas del Perú.
En las
provincias del Alto Perú, mandaban las tropas españolas el mariscal de campo D.
Pedro Antonio Olañeta, defensor acérrimo de la monarquía absoluta, que no
vaciló en rebelarse contra la Serna, ocupó las ciudades de Potosí y Chuquisaca
(22 de Enero y 8 de Febrero de 1824), y proclamó el restablecimiento de la
monarquía.
Los patriotas
de aquellas provincias rodearon a Olañeta y fingiéronse partidarios exaltados
de Fernando VII, para estimular su desobediencia al virrey.
Cuando la
Serna tuvo noticias de estos sucesos hizo para partir para el Sur, al general
don Jerónimo Valdés, con encargo de someter a los disidentes.
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